viernes, 26 de septiembre de 2014

¿Mi hijo tiene sobrepeso?

La mejor manera de saber si tu hijo padece de algún desorden de peso es acudiendo al especialista. Al hacerlo es necesario que tanto el paciente como los padres o representantes que acompañen al niño estén conscientes de que existe un problema de sobrepeso u obesidad. “En primer lugar, es importante saber la causa del aumento de peso, para ello preguntamos si el infante nació con sobrepeso o bajo peso para su edad gestacional, si recibió lactancia materna y por cuánto tiempo, cómo son sus hábitos de alimentación, quién le prepara la comida y la cantidad de ejercicio que realiza a diario, si padece o ha padecido otras enfermedades y si hay antecedentes de obesidad en la familia”, explica la especialista.


Además, el conocimiento sobre el estado emocional del pequeño no se deja por fuera durante la consulta médica. Hay ocasiones en las que situaciones familiares o escolares pueden afectar al paciente y hacer que cambie drásticamente su manera de comer. Es por eso que se dice que la obesidad es multifactorial.


La historia clínica se completa con un examen físico que incluye evaluación antropométrica (peso, talla, circunferencia del brazo, cintura y cadera, medición de pliegues cutáneos), toma de presión arterial y detección de estrías, alteraciones ortopédicas, hiperpigmentación de la piel e hirsutismo (presencia excesiva de vello en zonas poco comunes). También se realizan exámenes de sangre para conocer los valores de glucemia, insulina, colesterol y triglicéridos.


En los infantes hasta los 19 años, el sobrepeso y la obesidad se definen de manera diferente que en los adultos. “El Índice de Masa Corporal (IMC) de niños y adolescentes compara la estatura y el peso con tablas de crecimiento que tienen en cuenta la edad y el sexo. Esta comparación se conoce como percentil del índice de masa corporal por edad y se considera un niño con sobrepeso cuando el percentil de IMC por edad es mayor o igual a 91 y obeso cuando es mayor o igual a 98”, según indica un informe del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre.


Un tratamiento en familia


Mejías insiste en la importancia de que la familia se involucre en el tratamiento del pequeño con sobrepeso u obesidad. Según la especialista, ésta es la única manera que puede lograr que el niño mejore su alimentación y comience a realizar actividad física, lo que favorecerá la pérdida de peso y la recuperación de su bienestar.


El tratamiento debe contar, por lo menos, con dos pilares fundamentales de intervención:



  1. Prescripción dietética: dependiendo del grado de obesidad y de la edad del niño, ésta debe considerar una adecuación a los requerimientos reales del niño o una restricción calórica moderada, que se logra disminuyendo el aporte de grasas e hidratos de carbono refinados (tortas y galletas, sin olvidar aquellos presentes en jugos y bebidas), ordenando los horarios de alimentación, evitando el consumo entre comidas y limitando el tamaño de las porciones.

  2. Fomento del ejercicio: el aumento de la actividad física debe ir orientado a lograr cambios en las tareas de la vida diaria: a disminuir el tiempo dedicado a actividades sedentarias (televisión, computadora) y a estimular ejercicios al aire libre; y en los niños mayores, a fomentar la participación en disciplinas deportivas de acuerdo a sus gustos y preferencias, poniendo énfasis en aquellas que valoren la participación en equipo más que la competencia individual.




Agradecemos a Jiancarlos Bustillos

Fuente: http://bit.ly/1gLAuWp

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