No es cuestión de modas: el gran fetiche hacia esta zona del cuerpo viene desde tiempos lejanos. En la época griega las mujeres con nalgas voluminosas eran las que se consideraban atractivas ya que se les relacionaba con maternidad, fertilidad y feminidad. Las dimensiones de la pelvis se relacionan con la capacidad reproductiva.
Además gozan de una alta connotación sexual. Quizás por su cercanía con los genitales y el ano, son considerados una parte ‘intima’ del cuerpo. Desmond Morris, inglés especialista en etología, explica, en su libro Comportamiento íntimo, que en el contexto social existen impedimentos para conocer la sexualidad “es por eso que buscamos una manera menos directa para conectarnos con lo íntimo. Utilizamos partes del cuerpo como ‘eco genital’, mientras los verdaderos órganos sexuales permanecen ocultos”. Los glúteos vienen siendo un eco genital.
Ellos suelen ser referidos como zonas erógenas por sus propiedades eróticas y estimulantes. Y es que existe gran sensibilidad tisular en ellos. Por tal razón no pueden quedar excluidos en un encuentro sexual. Acariciarlos proporciona cosquillas, también pueden ser mordisqueados y pellizcados cariñosamente. En el momento del coito muchas mujeres disfrutan ser agarradas con fuerza por los glúteos.
Glúteos perfectos
Para la cultura occidental el ideal estético de los glúteos reúne ciertas características: deben de tener forma redondeada, medir lo mismo, estar muy unidos entre sí, que sobresalgan de la espalda, haciendo una ligera curva y marcando perfectamente el inicio de las piernas.
Agradecemos a Jiancarlos Bustillos
Fuente: http://bit.ly/1gLAuWp






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