No nos vengamos con mentiras, de una vez por todas hay que aceptarlo: hacer ejercicio realmente no es tan divertido, es más, puede llegar a ser lo más aburrido y monótono en toda tu rutina semanal, además de completamente obligado.Te levantas en la madrugada, hace frío y las cobijas se vuelven una agradable excusa para no moverte antes de que sea estrictamente necesario para alcanzar a llegar al trabajo desarreglada.O al revés, llegas arrastrando los pies después de un largo día, pensando en lo mucho que detestas el tráfico de la ciudad y que un helicóptero no te lleve directo a la cama, y entonces te encuentras con tus intenciones de pasadas: en la silla del cuarto te espera la ropa deportiva que tenías organizada para una sesión de ejercicios, para quemar algo del postre que decidiste comerte o del antojo de media tarde que arruinó una semana de dieta.El ejercicio cansa, duele, no es agradable; sudas, te despeinas, hueles feo, te pones roja y te acaloras, a veces hasta te falta el... Leer más.
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