Por mucho que queramos ser modernas, vanguardistas, seres humanos del siglo XXI y mujeres que están de vuelta de todo, hay ciertos aspectos clásicos en nuestra vida que no podemos negar. Sobre todo, si estos tienen que ver con un paraíso que tiene que ver con el mundo nupcial y de las novias. Con esto no nos queremos referir a que no podamos tener la boda que soñemos o más nos guste, sino que en ocasiones, los protocolos pueden frenarnos de hacer lo que más nos apetezca. En este caso no nos referimos a cuando somos Nosotras las que organizamos el enlace porque somos las novias, sino cuando acudimos como invitadas.
Y en este caso, ¿el protocolo en qué nos afecta? Más de lo que nos puede parecer. Las normas de estilo van más allá de la largura del traje, el sí o no al tocado… Muchas veces se centra en el color. Y por eso abrimos debate, ¿se puede ir de blanco a una boda? Algunas personas se horrorizan solamente con esta suposición: ¡el blanco está reservado en exclusiva para la novia!
Sin embargo, cada vez son más las mujeres que se atreven a desafiar al protocolo y complementan su clutch de color, sus plataformas glitter y su elegante tocado con un bonito vestido de cóctel… en tonalidad total white. ¿Falta de respeto, saltarse las normas, o simplemente dejar al lado los clasicismos? Para muchas, simplemente es un color más, que aunque es el escogido por la novia –además de los beige, champán o demás tonos neutros…-, y da multitud de posibilidades a la hora de combinarlo con otros pantone. Sin embargo, habiendo una gran cantidad de colores de lo más prácticos para este tipo de situaciones, abogamos por continuar la tradición, y dejar que la novia sea la protagonista absoluta de este día tan especial. ¿Qué opináis vosotras?
Imagen: Moda Ellas
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gracias Nosotras http://bit.ly/1k7PweG
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