Con la temporada navideña ya aquí, nuestro paladar hispano se activa ante la riqueza de sabores que acompañan nuestras tradiciones. Es un tiempo para olvidar los rigores que a diario muchos nos imponemos en contar cada caloría que entra a nuestro cuerpo y sucumbir a la emoción colectiva de disfrutar y comer.Para mí es la catarsis que por todo un año espero; la merecida indulgencia ante un largo periodo de sacrificio. Y después de las Navidades, la dura realidad y la culpa que motiva el comienzo de la penitencia anual y abstinencia gustativa. Ante este panorama me pregunto ¿existe tal penitencia?Existe un dicho que dice que “somos lo que comemos”; y qué afirmación tan real transmiten esas cuatro palabras. Es inhumano pensar que como personas tratando de vivir de forma saludable, tengamos que sufrir tanto, y hasta pasar hambre, para mantener una apariencia decente. Tal vez si intercambiamos términos y modificamos la forma de ver esta ‘penitencia’ como una rutina necesaria,... Leer más.
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