martes, 28 de abril de 2015

Comunicar es algo más que hablar

Comunicar es algo más que hablar

Comunicarse, hacer llegar al otro el mensaje deseado, escuchar, entender… No es fácil. Es un proceso complejo, un reto que incluye diferentes componentes: poner en palabras lo que nos pasa, armar un discurso coherente, escuchar a alguien que necesita un consejo, una sugerencia, o simplemente un poco de cariño… Una de las mayores dificultades que encontramos en ese proceso es comprobar si realmente estamos hablando o solo estamos parloteando a la vez pero cada uno por nuestro lado.

Muchas veces sentimos que no nos escuchan y que por eso no nos entienden, cuando lo que pasa en realidad es que no nos estamos explicando bien. De acuerdo, a veces es la otra persona la que no está en las mejores condiciones para recoger nuestro mensaje, pero es importante darse cuenta del matiz que hay entre la frase: “No sé si me entiendes” y la frase –bastante menos frecuente en nuestros días- “No sé si me estoy explicando bien”.

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Ambas nos sirven, en cierto sentido, para comprobar si de verdad nos estamos comunicando bien. Para que eso suceda es necesario combinar la atención a nuestro interior - nuestras sensaciones, nuestro discurso interno, el impulso y la necesidad con los que llegamos a la conversación- con la atención a la persona que tenemos enfrente, y que llega también con sus propias sensaciones, discurso mental, impulsos y necesidades.

Cuando el emisor utiliza la muletilla “No sé si me entiendes” puede que esté en bastante contacto consigo mismo pero su contacto con la persona que tiene en frente deja mucho que desear. En esta frase la proporción de “Yo” y la proporción de “Nosotros” está bastante descompensada a favor del “Yo”. No pasa nada: a veces es muy necesario estar pendiente exclusivamente de nosotros, sobre todo cuando una situación nos sobrepasa y nos hacer sentir muy mal. Podemos permitírnoslo delante de gente de confianza que nos escucha a pesar de que les “acusemos” de no estar entendiéndonos.

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En cambio, cuando dices “No sé si me estoy explicando bien” queda de manifiesto que, a pesar de que hayas llegado a la conversación con una auténtica tormenta interior pendiente de ser compartida, aún te ha sobrado un poco de atención para examinar tu manera de comunicarte antes que examinar la capacidad de escuchar de quien tienes enfrente. Eso te permite cerciorarte con más empatía de si tu mensaje está llegando correctamente a donde tiene que llegar. En este caso, por tanto, la proporción entre el necesario “Yo” y el necesario “Nosotros” está mucho más compensada.

Algo parecido sucede con una reunión en la que todos o todas hablan a la vez, interrumpiéndose y taponándose simultáneamente. Si has acudido a esa reunión con el objetivo de comunicarte, es probable que al salir hayas sentido que algo has podido descargar, pero no te habrás sentido muy escuchada, o escuchada de una manera óptima.

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La desconexión entre la persona que habla y la que escucha también puede darse de otras maneras. Son de sobra conocidas ciertas escenas entre hombres y mujeres. Cuántas veces no hemos visto la imagen, más o menos caricaturizada, en la que ella habla, habla y habla, haciendo un esfuerzo ímprobo por hacerse entender y ser escuchada, mientras él muestra una actitud a veces estoica, a veces ausente, a veces completamente desconcertada. Puede que esas situaciones te resulten familiares y es importante que, al vivirlas, te des cuenta de la diferencia entre desahogarnos, que es muy importante, y comunicarnos con alguien. ¿Cómo sabemos que está habiendo comunicación? Porque la postura, los gestos, la mirada, las palabras y la actitud de paciencia y sintonía que transmite la persona de enfrente hacen que no tardes en darte cuenta por ti misma de que estás siendo plenamente escuchada.

Tanto en el mero desahogo como en la comunicación plena hay descarga: el barco de nuestra tensión suelta lastre y lo deja atrás. ¡Y a veces solo necesitamos soltar sin más, delante de alguien y eso nos basta! Sin embargo, el segundo caso es mucho más productivo y -sobre todo cuando la situación es grave- resulta mucho más nutritivo para cada uno de nosotros y también para nuestras relaciones. Precisamente porque la descarga se ha producido con un emisor presente, sintonizado consigo mismo y con nosotros, empático, con todo su repertorio de escucha y buenas sugerencias disponible para nosotros.

Descargar lo que nos pasa de una manera no solo mecánica sino también reconfortante y nutritiva requiere tiempo y ciertas habilidades. Para ello, prueba a entrenar tu escucha serena, que permite integrar los acuerdos y desacuerdos y, a pesar de ellos o, quizá, gracias a ellos, acoger como se merece a la persona que te demanda una comunicación eficiente, un desahogo sin soledad.

rafael_san_romanRafael San Román es licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, terapeuta especializado en counselling y terapias de tercera generación, formador en talleres sobre duelo y pérdidas y autor del blog Psicoduelo

 

 

 

 

Imágenes: Pinterest/prevenblog/consejosrelacioesdepareja/lavecinadelaticoblog/medicablogs.tudiariomedico

 

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